Iván (20-5-15)
Hace un mes nos ocurrió una historia increíble a mis
amigos y a mí.
Un día, fuimos a jugar a casa de Álvaro; allí,
jugando en el desván, encontramos un mapa de una mina abandonada. Después de investigar, encontramos su posición y
Álvaro, Diego, Alonso, Saúl, Brais y yo, cogimos las bicis y fuimos allí.
Alonso dijo que en el mapa había un bar y que teníamos que entrar en él.
–Espera, hay tres personas,-dije yo.
–Lo que están cogiendo es muy grande; parece un
cadáver –dijo Saúl.
–Estás loco, cómo va a ser un cadáver. Serán
provisiones –Le contesté.
Nos acercamos al bar y Brais dijo:
–Este coche tiene agujeros de bala.
Todos estábamos asustados; Diego dijo:
–Pero, hay que entrar.
Cuando entramos pregunté:
–¿Hay alguien?
De repente, apareció una señora y preguntó:
–¿Qué queréis tomar?
Todos dijimos:
–Un vaso de agua, por favor.
Luego, nos sentamos en una mesa; yo pregunté a la
señora:
–¿Dónde está el baño?
–Al fondo, a la derecha, ¡derecha! –me respondió.
Yo fui a la izquierda y descubrí a un hombre con la
cara deformada. Entonces, fui corriendo con mis amigos. Les dije en voz baja:
–Al lado del baño hay un tío con la cara deformada,
venid a verlo.
Fuimos todos hacia allí. Todos le vimos la cara y
nos asustamos. Sin querer, Álvaro tiro un bidón de agua. El agua corrió hacia
la chimenea; yo me fijé que debajo de la chimenea había un sumidero. Quitamos
las rejillas y encontramos una entrada secreta. Todos entramos.
–¿Sería la mina perdida? –Nos preguntamos.
Diego pisó una trampa, y unas rocas comenzaron a
rodar pero no nos alcanzaron. Luego, llegamos a una sala donde había un piano
espeluznante. Alonso miró detrás del mapa y observó notas de música sobre una
partitura. Saúl, que sabe tocar el piano, empezó a tocar. Cada compás que
tocaba se abría una puerta. Salimos por la primera puerta y encontramos
toboganes de agua. Todos nos tiramos y al bajar nos encontramos con la mina
perdida. Sus paredes estaban repletas de oro. Entonces yo exclamé:
¡De pobres a ricos!
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