Pelayo, 9-3-15
Era un niño, llamado Jack, de 16 años, que tuvo que ir a la
guerra y no le gustaba nada porque era muy peligroso.
Él quería ser francotirador pero sus superiores no le
dejaban. Él se puso muy triste.
Al cabo de unas semanas, empezó a practicar para ser
francotirador.
Eran días de mucho esfuerzo porque su pueblo estaba en
guerra. También, pasaban los meses y el pueblo seguía en guerra; así hasta tres
años. Entonces, cuando acabó la guerra tenía 19 años.
Conoció a una enfermera cuando estaba en la guerra, que era
de su misma edad y se hicieron muy amigos y, después, muy novios. Él fue a una
academia para aprender a ser francotirador. Con el paso del tiempo, mejoró
mucho como francotirador; se casó con su novia y tuvieron hijos. Lo destinaron
a vivir fuera.
Fue un buen francotirador y lo subieron de categoría. Pero
ser francotirador requería mucho esfuerzo. Dedicaba más tiempo a ejercer de
francotirador que a atender a sus hijos.
Cuando fue viejecito lo condecoraron con honores y medallas
en su pueblo y fue muy feliz el resto de su vida.
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